UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

4 diciembre 2017

Cuando visito las casas salesianas, asisto emocionado a los milagros educativos que en ellas se producen.

Me encuentro con niños, adolescentes y jóvenes con graves problemas familiares, no pocos “expulsados” del sistema educativo, con problemas de comportamiento y de aprendizaje, muchos de ellos emigrantes que no conocen ni la lengua ni nuestras costumbres, sin familia y sin amigos…

Y me hablan sus educadores, y veo por mí mismo, cómo se van abriendo los que llegaron totalmente cerrados y bloqueados, cómo van adquiriendo habilidades sociales los que no conocían más lenguaje que el de la violencia, cómo se capacitan los que –según ellos- no sabían hacer nada, cómo se integran y hacen amistades quienes vivían aislados, cómo progresan, cómo crece su autoestima, cómo se abren camino a trancas y barrancas, cómo entran (a veces a través de una rendija) en el mercado laboral… Muchos de ellos ahora se encuentran bien consigo mismos y con los demás, tienen trabajo y han formado una familia que promete ser mejor que la que ellos tuvieron, si es que la tuvieron…

Son los “milagros educativos” de los que, con frecuencia, habla el Rector Mayor D. Ángel. Él los ve en cada uno de los países que visita, en todos los continentes. Nosotros los tenemos aquí, en casa… pero no siempre los vemos. Hay que tener la vista preparada, hay que estar cerca, hay que conocer historias…

Son el fruto del Sistema Preventivo, del sistema educativo de Don Bosco, practicado en colegios, pero también en centros juveniles, oratorios y plataformas de educación social, en parroquias y todo tipo de presencia salesiana.

Son el fruto de la confianza en cada joven, confianza que nos lleva a darle una segunda oportunidad, y una tercera, y una… Todas las que hagan falta, hasta que le llegue su momento, hasta que “agarre viaje”, hasta que suene su “click” y empiece a moverse solo, a avanzar, a volar con sus propias alas, a elevarse, desarrollarse y llegar a su plenitud.

Son demasiados los casos como para no ver por lo menos algunos. Sería lindo que los educadores pusiesen por escrito alguna de estas historias vivas, alguno de los milagros educativos que se han producido gracias a su compromiso.

Mientras se animan a hacerlo, demos gracias a Dios y sigamos dando confianza a los jóvenes; siempre y todos se merecen una segunda oportunidad, una oportunidad más.

Cristóbal López, inspector María Auxiliadora – SMX

Revista SMX COMUNIDAD INSPECTORIAL 32

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