EL VINO BUENO (EN NUEVOS ODRES)

30 abril 2018

Hace unos años le escuché a Ninfa Watt una anécdota a propósito del vino bueno. “No me gusta el vino…”, solía decir. Hasta que alguien cercano, con cariño, le regaló con entusiasmo una botella de buen vino. Por no desairar a la persona que con tanta ilusión le hacía el don, aceptó compartir con ella una copa. Descubrió entonces, paladeando despacio aquel reserva, que no es que no le gustara el vino… ¡Sino que le gustaba sólo el vino bueno!

Esta anécdota puede ser irrelevante, o no. Pero es una buena imagen para reflexionar sobre el “vino bueno” de Jesucristo ofrecido a los jóvenes a los que parece que no les gusta el vino y prefieren la “Coca-cola”.

La reciente encuesta de la Fundación Santa María “Jóvenes españoles entre dos siglos: 1984-2017” ha vuelto a poner el dedo en la llaga de la ruptura de los jóvenes con la Iglesia. Tan sólo un 16,3 % de los jóvenes españoles consideran bastante o muy importante la religión en sus vidas y a la mayoría (más del 56%) la Iglesia les merece poca o ninguna confianza. Podemos seguir pensando lo mal que están los jóvenes. Pero creo que, sin perder de vista la realidad, hemos de reconocer que en muchas ocasiones el vino bueno de Jesucristo se desparrama: servimos un vino aguado, en “vasos de plástico” y en pegajosos manteles de hule… ¿Es sólo el quién? ¿O es también el qué y el cómo?

Muchos jóvenes no han descubierto la novedad de Jesucristo, ni han acogido su palabra sanadora, ni han experimentado un encuentro liberador con el Señor de la Vida… Dice el Papa Francisco que el próximo Sínodo es para ellos. La Iglesia quiere escuchar. La Iglesia quiere ofrecerles el vino bueno del Reino y a veces no sabemos bien cómo hacerlo.

Pienso que desde la misma Iglesia hemos de ser críticos con nuestro modo de hacer. En nuestra acción pastoral con jóvenes tendríamos que preguntarnos si propiciamos el encuentro con Jesucristo; si anunciamos a tiempo y a destiempo; si la persona tiene la oportunidad de vivir una experiencia significativa que ilumine su existencia cotidiana y la transforme.

Saber servir y hacer gustar el vino bueno del Reino requiere de maestros y testigos capaces de narrar a Jesucristo y acompañar experiencias liberadoras que ayuden a madurar la experiencia de la fe. El tema del Sínodo 2018, “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, deberá ayudarnos a no lamentarnos tanto de las estadísticas y a ofrecer con más audacia y credibilidad el vino bueno y mejor de Jesús sin que se desparrame en los viejos odres del “siempre se ha hecho así”.

José Miguel Núñez (SDB) en Vivir de otra manera

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