Los padres sinodales, en la asamblea general o en los grupos de trabajo, harán aportaciones inspirándose en este texto. Esto hace ver la importancia que tiene el Instrumentum Laboris. En este artículo quiero presentar las fuentes que lo inspiran, el método de trabajo que sigue, su estructura interna, y algunas conclusiones.
Las fuentes del documento
El mismo texto reconoce que principalmente se ha servido de cuatro fuentes: el Seminario Internacional sobre la condición juvenil celebrado en Roma en septiembre de 2017; las respuestas al cuestionario del Documento Preparatorio recogidas por las Conferencias Episcopales; las respuestas al cuestionario on-line con estas mismas preguntas; y el documento final del Presínodo celebrado en Roma en marzo de 2018. De todas estas fuentes, creo que los redactores del IL han querido privilegiar las aportaciones de los jóvenes presentes en el Presínodo.
El método del discernimiento
El documento consta de 214 puntos ordenados en tres bloques: reconocer, interpretar y elegir. Estas palabras recuerdan el método del discernimiento. “En el discernimiento reconocemos una manera de estar en el mundo, un estilo, una actitud fundamental y, al mismo tiempo, un método de trabajo, un camino para recorrer juntos, que consiste en observar la dinámica social y cultural en la que estamos inmersos con la mirada del discípulo” (IL 2).
Reconocer
La primera parte del IL se estructura alrededor de la palabra “reconocer”. Para reconocer hay que mirar y escuchar la realidad de los jóvenes, los distintos contextos donde viven, la diversidad de sus situaciones vitales. El IL invita a acercarnos a los jóvenes con cordialidad, humildad y empatía. En esta parte del texto encontramos importantes preguntas: ¿qué es ser joven hoy? ¿Cuáles son las experiencias más determinantes de la vida de un joven? ¿Es fácil elegir? ¿Qué es el lenguaje juvenil? ¿Cómo influye la cultura del descarte en los jóvenes? ¿Qué cambios antropológicos trae nuestra cultura? Sería muy prolijo explicar los argumentos que se exponen. Lo que queda claro es que “la realidad es más importante que la idea” (EG 231-233). La realidad mueve asumir los desafíos a la luz de la fe.
Interpretar
A continuación el IL propone algunos criterios de interpretación para iluminar la realidad con la mirada de la fe. En realidad hay que reconocer que en este documento la fe está siempre presente. “Una fe que no nos pone en crisis es una fe en crisis; una fe que no nos hace crecer es una fe que debe crecer; una fe que no nos interroga es una fe sobre la cual debamos preguntarnos; una fe que no nos anima es una fe que debe ser animada; una fe que no nos conmueve es una fe que debe ser sacudida” (IL 73).
El IL quiere ofrecer una visión antropológica y bíblica de la condición juvenil que ayude a comprender e interpretar este momento decisivo de la existencia humana. Los criterios para interpretar, que este documento propone, pueden sintetizarse de esta manera: la bendición de la juventud, la vocación a la luz de la fe, el discernimiento y el acompañamiento.
Elegir
En la última parte, el IL propone elegir aquellos caminos que mejor permiten alcanzar el objetivo y abandonar aquellos que se muestran más inapropiados. Lo que el documento propone es una conversión pastoral y misionera. “En esta perspectiva, elegir no significa dar respuestas de una vez para siempre a los problemas encontrados, más bien, en primer lugar, significa identificar pasos concretos para crecer en la capacidad de realizar como comunidad eclesial procesos de discernimiento en función de la misión” (IL 139).
El discernimiento pastoral puede llevarnos a muchos caminos. El IL presenta muchas propuestas que podrán ser de ayuda para orientar la pastoral juvenil del futuro. Además se ve lo importante que es contar con una buena organización pastoral. “Para acompañar a los jóvenes en su discernimiento vocacional se necesitan no sólo personas competentes, sino también estructuras de animación adecuadas, no sólo eficientes y efectivas sino, sobre todo, atractivas y luminosas por el estilo relacional y las dinámicas fraternales que generan” (IL 198).
La vocación a la santidad
Por último, el IL hace una llamada a la santidad juvenil. “La característica sintética y unificadora de la vida cristiana es la santidad, porque «el divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador»” (IL 212).
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Koldo Gutiérrez,en Boletín Salesiano