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Entre 1936 y 1939, España se vio sacudida por una dramática y sangrienta guerra: un conflicto cargado de fuertes antagonismos ideológicos, que se transformó en un combate fratricida. Ya durante los años de la segunda República (1931-1936), y durante la contienda civil, la Iglesia española sufrió las consecuencias siendo víctima de una violenta persecución.
Miles de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos fueron masacrados por el mero hecho de ser cristianos. Entre ellos, también numerosos miembros de la Familia Salesiana: 39 sacerdotes, 22 clérigos, 24 cuatro autores, dos Hijas de María Auxiliadora, 4 cooperadores salesianos, 3 aspirantes salesianos y un colaborador laico: 95 en total. Murieron dando ejemplo de fidelidad a su fe cristiana y a su vocación salesiana, con sentimientos de confianza en dios y de perdón a sus asesinos.
Se introdujeron tres causas distintas, reducidas a 2 más tarde: el grupo de Valencia, 32 mártires, con Don José Calasanz a la cabeza, y dos grupos uno de Sevilla y otro de Madrid que se unieron en uno solo de 63 mártires, encabezados con don Enrique Sainz Aparicio. El primer grupo fue beatificado por Juan Pablo II, el 11 de marzo de 2001 junto con otros mártires de la diócesis de Valencia, mientras que el segundo fue beatificado el 28 de octubre de 2007 junto con otros mártires españoles, siendo esta última la que ha batido el récord en la historia de la iglesia de beatificados en un mismo día: 498.
El mensaje que nos transmiten estos mártires es de fe y amor. Entre ellos se encuentran los tres mártires de nuestro Pueblo, cuya fiesta particular celebraremos solemnemente el próximo 6 de noviembre. Su memoria se mantiene entre nosotros y se documenta. «En un tiempo de cansancio y agotamiento los mártires muestran el valor de la constancia y de la fidelidad hasta las últimas consecuencias: viven amando y mueren perdonando